¡Hola, mis valientes de la costura!
Sí, hay que tener valentía para no querer la perfección.
Recuerdo cuando empecé la carrera y tenía que presentar los patrones y la prenda confeccionada, yo siempre buscaba que todo estuviera “perfecto”. Si tenía que descoser 5, 6 o más veces una manga, lo hacía, y nunca lo veía bien.
Pero eso no es lo que quiero destacar hoy, sino todo lo que envuelve a la idea sobrevalorada del perfeccionismo: frustración, tiempo que quitaba a mi descanso y ocio, indecisiones, sentimiento de inferioridad, etc.
He conocido gente con grandes dotes que en nombre de lo perfecto se han quedado paralizados privándonos de grandes proyectos, así como grandes profesionales que piensan que pueden hacerlo cada vez mejor y no ven lo bueno que su proyecto es tal cual es.
Yo aún no me considero una ex perfeccionista, aún estoy aprendiendo a sacar algo lo mejor que puedo y ponerme en la línea de la salida. Aún tengo una presión en el pecho pensando que le quedaba cierto detalle a mi labor: un color, una palabra, una línea, una curva, …
Seamos valientes, seamos traviesos, para coser y descoser mientras sea tu alegría y te nutra. Creo que el semáforo se pone en rojo cuando tus manos empiezan a sudar y todo te parece mal… si llegas a ese momento: déjalo, apaga la máquina de coser, y sal de ahíiiiiii.
No hago una apología al no conseguir lo que quieres, solo busco una reflexión: qué precio pagamos para que nos salga perfectamente algo que nos interesa, ya sea coser, el trabajo, la limpieza, tu cuerpo, tu emprendimiento; qué dejamos de lado, ¿quizás a alguien importante?
P.D. No voy a releer este escrito… bueno, solo una vez, ya dije que aún estoy aprendiendo.
P.D.2: ¡Qué perfecto es el amanecer!
¡Qué bonita te ves cuando vistes de ti! #nomireslatalla
¿Quieres saber más? te recomiendo un buen rato con la lectura: Bienvenida a mi estudio, ¿en que puedo ayudarte?
Si eres más visual, visítame en YouTube y gracias por considerar suscribirte






































0 comentarios